Sistema de puntería Zeiss

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Retícula de una mira telescópica TZF 12a para carro de combate Panther. Tiene integradas tres escalas para distintos tipos de proyectiles, una de ellas compartida con la ametralladora coaxial.

Las miras telescópicas alemanas para apuntar el armamento de un carro de combate utilizaban el conocido genéricamente como sistema de puntería Zeiss. Las lentes tenían un característico patrón en la retícula basado en un gran triángulo central, o V invertida en las miras periscópicas, con tres triángulos más pequeños en cada lado a intervalos de 4 milésimas. Estos triángulos se usaban para calcular la distancia a la que estaba un blanco en base a su tamaño, así como para apuntar a objetivos en movimiento.

Estimación de la distancia

Como en toda arma de fuego, es necesario conocer la distancia del blanco para ajustar la elevación del cañón y por tanto su alcance, pues el proyectil al ser disparado sigue una trayectoria de arco cuya forma depende de su peso y velocidad de salida. Esta trayectoria varía dependiendo del cañón y el tipo de proyectil utilizado, por eso hubo tantos modelos de miras con escalas diferentes.

El triángulo central tenía 4 milésimas de ancho y los pequeños 2. Una milésima corresponde al tamaño de un objeto de 1 metro a 1 kilómetro de distancia, por tanto el ancho del triángulo central equivale a un objeto de 4 metros a 1 kilómetro de distancia y uno de los pequeños a otro de 2 metros. Entonces, sabiendo por una parte las milésimas que medían los triángulos pequeños, el grande, las separaciones, las alturas, etc.; y por otra parte sabiendo las dimensiones aproximadas de los carros de combate enemigos, un artillero bien entrenado podía calcular y estimar fácilmente la distancia a la que se encontraban los blancos. Además, podía contar con la ayuda del comandante, que también solía disponer de algún dispositivo óptico graduado.

Las tripulaciones conocían el tamaño de sus objetivos por las tablas que les proporcionaban y más tarde sabían calcular instintivamente las distancias. Era común que en su vida cotidiana los artilleros practicaran con el pulgar. Con el brazo estirado, un dedo pulgar mide de promedio unas 40 milésimas de ancho a 1.000 metros. Al apuntar, si se cambia del ojo izquierdo al derecho, o viceversa, el pulgar cambiará de "objetivo" en un salto aproximado de 100 metros (100 milésimas) a una distancia de 1.000 metros.

Ajuste del alcance

Una vez estimada la distancia, en los telescopios TZF de los carros de combate, la selección del alcance se hacía girando una rueda situada al lado del tubo ocular, girando a su vez las escalas presentes en la propia retícula. Estas consistían en una serie de pequeños círculos alrededor del eje óptico, graduados en cientos de metros y numerados cada 200 o 500 metros, dependiendo del tamaño de la escala. Normalmente se marcaban varias escalas de alcance para varios tipos de proyectiles del cañón y también para la ametralladora coaxial. El alcance seleccionado se indicaba mediante un puntero translúcido fijo en la parte superior del campo de visión. Al mismo tiempo que se giraba la rueda, los triángulos se movían verticalmente a la elevación necesaria para efectuar el disparo. De este modo, el punto de mira al que se disparaba era siempre el mismo: el vértice superior del triángulo central (en caso de un blanco estático). Todo este proceso se hacía sin tener que retirar los ojos del ocular para realizar ajustes. La mayoría de cañones de asalto y cazacarros, por otra parte, usaban una mira periscópica estándar y disponían de un tambor de escalas para el ajuste del alcance externo a la propia mira, en el soporte del cañón, el cual variaba según el calibre y potencia del arma.

Otros parámetros a tener en cuenta

Se sabe que los artilleros alemanes golpeaban los puntos débiles de los blindados enemigos, pero apuntar un cañón a largas distancias no es tan fácil como parece. Había más factores que influían. En los días soleados y despejados, los objetivos parecen estar más cerca, en los días de amanecer o nublados, los objetivos parecen estar más lejos. Si un objetivo está en movimiento, es necesario apuntar más adelante en su trayectoria, porque el proyectil necesita su tiempo para alcanzar el blanco. Por ejemplo, una velocidad de salida del proyectil de 750 m/s significa que el proyectil necesita 1,3 segundos para alcanzar su objetivo a 1.000 metros de distancia, y un carro de combate que circule a 25 km/h recorre casi 7 metros en 1 segundo. Por tanto, los artilleros también debían estudiar las tablas de tiro en deflexión en base a distancias y velocidades según los triángulos.

Y no sólo eso, a la hora de apuntar también había que tener en cuanta que el proyectil impactaría en el blanco con la misma separación que había entre la mira telescópica y el tubo del cañón, que podía ser de unos 70 cm por ejemplo. Y en el caso de la ametralladora coaxial esa distancia podía ser de más de 1 metro. Incluso la rotación del proyectil durante el vuelo hacía que se desviase ligeramente hacia un lado concreto. Todos esos factores eran entrenados adecuadamente y los artilleros alemanes con suficiente entrenamiento eran expertos en tenerlos en cuenta durante el combate. Para calibrar las ópticas de sus armas, las apuntaban contra un blanco de tamaño y distancia conocida y realizaban varios tiros de prueba. La variación en la pólvora y las diferencias entre los cañones permitían disparar con precisión por debajo de los 1.000 metros, pero todos los demás factores agregaban un elemento aleatorio más allá de los 1.000 metros. Acertar a la primera a partir de los 2.000 metros se consideraba suerte, a 4.000 metros pura casualidad.

Funcionamiento y eficacia

Para conseguir el funcionamiento del sistema de apuntado integrado, las TZF empleaban dos retículas superpuestas y móviles, conectadas mediante un mecanismo a la rueda de ajuste de distancia de tiro. Al girar la rueda de ajuste, la retícula de los triángulos se desplazaba verticalmente a la vez que la retícula de las escalas giraba sobre sí misma. Se trataba de un sistema complejo de diseñar y fabricar pero eficaz y relativamente simple de utilizar. Es ampliamente reconocido que las ópticas alemanas introducidas en la Segunda Guerra Mundial ofrecían mayor precisión y comodidad de uso que los sistemas empleados por otros países basados en simples escalas. Pues en estas últimas el artillero debía primero estimar la distancia y luego apuntar usando como referencia una de las muchas líneas que formaban las escalas. El sistema de Zeiss, además de dar más posibilidades de realizar un disparo certero a la primera, también facilitaba la corrección de tiro para un segundo disparo, pues se veía a que distancia del blanco caía el proyectil y se podía hacer esa corrección directamente sobre el vértice del triángulo. Es por eso que las tripulaciones más experimentadas de los carros alemanes podrían garantizar el impacto en el segundo disparo.

Por último, también cabe mencionar las ventajas de disponer de una velocidad de salida del proyectil más alta, algo habitual en los últimos cañones alemanes de la guerra. Además de tener un mayor poder de penetración, también permitía tener un mayor margen de error en la estimación del alcance. Debido a que el proyectil volaba en una trayectoria más tensa, se podía tener un margen de fallo en la estimación de hasta 200 metros y el proyectil todavía golpear su blanco. Esto era posible porque si se apuntaba demasiado alto o bajo, simplemente se desplazaba el punto de mira en menos de un metro, margen lo suficientemente pequeño como para golpear a un tanque de 3 metros de altura apuntando a su centro. Por algo se dice que el 8,8 cm PaK 43 fue uno de los mejores cañones de la Segunda Guerra Mundial, porque además de una tremenda capacidad de perforación de blindajes, lograba una trayectoria de tiro muy tensa y contaba con una mira de gran calidad.[1] Fue con este cañón con el que se dice que el Nashorn comandando por Albert Ernst consiguió el disparo certero desde mayor distancia registrado en la Segunda Guerra Mundial, acertando a un tanque soviético a más de 4 kilómetros.

Referencias

  1. Anderson, Thomas (2015). Ferdinand and Elefant Tank Destroyer. Osprey Publishing. ISBN: 978-1472807212.

Este artículo fue redactado por Adrián Hermida para WikiTanks.

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